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“He aprendido varias cosas de la cooperativa: que tenemos que estar unidas, tenemos que tomar decisiones, y tomar en cuenta diferentes puntos de vista.”

Soy de México. Me vine con mi mamá y mis cuatro hermanos menores por problemas económicos hace veinte años. Somos originarios del estado de Puebla. Era muy joven cuando nos venimos. Todavía estaba estudiando en México y sé que ya no podíamos estudiar yo y mi hermano. Yo estaba terminando la secundaria y mi hermano empezando la secundaria cuando mi mamá decidió que nos vendríamos. No teníamos para sobrevivir, no teníamos para el colegio, ni para la comida. Nuestra escuela quedaba a una hora y media caminando porque no teníamos para el pasaje del camión. La única salida que mi mamá vio era vender un terreno que tenía y con ese dinero nos venimos. Mi mamá en ese tiempo tenía hermanas viviendo aquí y por eso llegamos a Nueva York. Nos dijeron que había trabajo y que iban a poder ir a la escuela mi hermanos. Aquí sí íbamos a poder sobrevivir.

Eventualmente mi mamá se regreso para México con mis hermanos menores. Pero yo me quedé, siendo la mayor. Yo tengo dos hijos ahora. Ellos ya están en la universidad los dos. Yo apoyo a mi mamá económicamente. Mis hijos han tenido una mejor vida aquí porque pueden estudiar. Si yo viviera en México no podría con todo, igual que mi mamá. Soy madre soltera. Aunque ahora tengo un compañero de vida, siento que mis hijos no son su responsabilidad, son responsabilidad mía.

Es un poco difícil para mí decir si me valoran mis familiares porque no los veo, pero creo que mi mamá sí sabe mi esfuerzo porque ella vivió aquí. Aquí siempre está uno corriendo, trabajando, cuidando de los hijos, haciendo las cosas de la casa y otras cosas. Aquí podemos hacer eso, pero en aquél tiempo, [en la generación de mi mama] no era normal que una mujer estuviera fuera de la casa. Siempre estoy en contacto con mi mamá por teléfono, aunque ella está en la Ciudad de México.

Actualmente tengo como ocho o nueve años trabajando para la cooperativa “Sí Se Puede/We Can Do It”. Este trabajo me ha dado la oportunidad de poder manejar mi tiempo y estar al pendiente de mis hijos. Hay trabajos que te dan una regla como que uno debe cumplir ocho horas. La cooperativa me ha permitido trabajar en mi propio espacio, tener un salario digno y ser parte de un negocio. Nuestra cooperativa es de limpieza de casas y vamos a todos lados — a Manhattan, el Bronx, Staten Island, los cinco boroughs. Trabajamos por un contrato y nos pagan directamente. Ponemos nuestros precios. No se si diría que el salario está bien, pero por lo menos diría que es lo justo. Me gusta el trabajo, pero estoy un poco cansada. Lo que sí es que al fin del día estoy segura, tranquila y nadie me presiona. Es el mejor trabajo que he podido encontrar. Antes trabajaba en una fábrica de ropa como costurera. Sólo trabajaba cuando mis hijos estaban en la escuela — ganaba menos, tan poco que tenía que compartir un departamento.

Yo empecé a venir porque siempre he estado muy activa en las cosas que vayan a mejorar a mi familia. Yo pertenecía a Family of Services, [organización que incubó a la cooperativa] cuando me dieron un panfleto. Era una invitación. Nos empezaron a dar información de qué era una cooperativa. Siempre me he involucrado en talleres y cosas que me acercan más a mis hijos. como el grupo de padres en la escuela. No entendía que era una cooperativa, pero nos dijeron que las mujeres iban a empezar una y así me animé.

No teníamos clientes entonces. Estaba una trabajadora social que empezó el grupo y me empezó a gustar porque en el grupo había muchas ideas diferentes y sentía que podíamos hacer algo unidas. Podía cambiar el trabajo y podíamos seguir adelante. A veces siento que estoy muy metida en la cooperativa. Antes tenía más tiempo para estar al pendiente de mis hijos. Pero he aprendido varias cosas de la cooperativa: que tenemos que estar unidas, tomar decisiones, y tomar en cuenta diferentes puntos de vista.

Yo sí les recomendaría a otras mujeres que se unieran a un grupo o cooperativa si están buscando trabajo, pues estamos encontrando una manera de trabajar, de protegernos y ayudarnos las unas a las otras.

Me gustaría algún día tener una casa. También quiero que haya una reforma migratoria porque a veces es la traba que tenemos — muchos de nosotros los migrantes estamos trabajando, pagando impuestos, y haciendo todo bien y necesitamos que nos den ese chance.

El primero de mayo yo me uniré a la marcha: no voy a trabajar. Y no sólo el primero de mayo ,sino que voy a apoyar a mi comunidad todos los demás días. No voy a contribuir a abusar de las personas y simplemente seguiré compartiendo cualquier información que pueda ayudar a otros.

*Esta entrevista es parte de un iniciativa conjunta entre Public Seminar y el Paro Internacional de Mujeres NYC. Los nombres han sido cambiados.